15 Feb 2023  |  Ruben Darío Chambi & Guido Alejo Mamani

Alasita: La feria aymara de las aspiraciones

Enero es un mes de intensa actividad en los talleres artesanales de las ciudades de El Alto y La Paz. Artesanos de distintas especialidades trabajan a tiempo completo elaborando miniaturas de diversos materiales (incluyendo yeso, madera, hojalata y papel). Cada año tienen el reto de elaborar productos que respondan a las demandas -siempre cambiantes- de la población. Al mismo tiempo, en algunas calles y plazas se observan inusuales concentraciones de gente. Son las asociaciones de vendedores de estas miniaturas que se preparan para una de las festividades más populares de Bolivia, la Alasita.

Declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la Alasita, una palabra aymara que en castellano significa “cómprame”, es una tradición muy arraigada especialmente entre la población aymara de los Andes, que con el tiempo se ha extendido a otras regiones.[1] También conocida como “fiesta de la abundancia”, se inaugura cada 24 de enero. En este día se instalan puestos de venta en lugares céntricos de la ciudad donde las personas pueden comprar estas miniaturas con la esperanza de que un día se hagan realidad.

 ekeko 2El Ekeko, símbolo de la festividad de la Alasita. Foto: Ruben Dario Chambi.La Alasita tiene como personaje central al Ekeko, un pequeño ídolo cuyos orígenes se remontan a la época prehispánica, representado por un hombre que carga en su cuerpo bienes en miniatura. Mediante rituales realizados por yatiris[2] que se instalan a lo largo de los puestos de venta, las personas le piden al Ekeko que materialicen estas diminutas réplicas.

Si bien los medios de comunicación locales anuncian la Alasita como una “feria de miniaturas”, un análisis de sus representaciones materiales nos ayuda a comprender parte de la subjetividad de los estratos populares aymaras en relación con sus aspiraciones sociales y materiales.  En ella se expresan anhelos, tanto tradicionales de origen rural, como los que resultan de la urbanización, movilidad social y desarrollo económico.

Entre las miniaturas encontramos representaciones de ámbitos como los negocios, incluyendo dinero (euros, dólares y yuanes), coches, tiendas de venta, materiales de construcción, computadoras, alimentos y certificados de pago de créditos bancarios; y también de tipo no comercial, que expresan visiones de bienestar y oportunidad tanto a nivel individual como familiar. Por ejemplo, títulos profesionales, certificados de compromiso y de nacimiento, certificados de vacunación contra la COVID-19, pasaportes o visas.

Un puesto de venta en la Alasita. Foto: Guido Alejo Mamani.Especial preferencia tienen las réplicas de las actuales arquitecturas aymara en el ámbito urbano, que incorporan las tendencias funcionales y estéticas de este tipo de construcción tan extendida en El Alto. Las miniaturas nos permiten comprender el imaginario aspiracional sobre el tipo de vivienda deseada, así como la búsqueda del reconocimiento social a través de la compra de reproducciones de edificios emblemáticos de esta ciudad. Esto último también puede entenderse como una puesta en valor de este tipo de construcción en el imaginario popular ante la ausencia de un reconocimiento estatal y académico de esta arquitectura, muchas veces valorada prejuiciosamente.

 

En términos del estudio de la materialidad, esta feria es un espacio privilegiado para comprender las dinámicas económicas y sociales del mundo aymara contemporáneo. Las miniaturas expresan un profundo dinamismo en términos de apertura a la economía global, así como de las inquietudes y problemáticas como sociedad.

Image 2 Aymara architecture webMiniaturas de la arquitectura aymara de la ciudad de El Alto. Foto: Ruben Dario Chambi.

La Alasita parece plantear visiones de bienestar que no concuerdan con los discursos oficiales del Estado boliviano como el “Vivir Bien”, que entiende a los pueblos indígenas como sociedades ancladas en el pasado. Por el contrario, esta festividad muestra una sociedad indígena inmersa en la modernidad y en búsqueda del progreso económico, pero bajo sus propios términos.

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[1] La Alasita se originó en la región de La Paz, pero hoy en día es practicada también por los migrantes bolivianos en ciudades de Argentina, Chile y Brasil. En el caso peruano se realiza en la región aymara de Puno cada 3 de mayo.

[2] En idioma aymara: “conocedores” o “los que saben”. El Yatiri en la zona andina vendría a ser una especie de chamán.

Guido Alejo Mamani es arquitecto de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), investigador independiente y autor de diversos artículos académicos relacionados con la arquitectura, cultura e historia indígena. Actualmente cursa un Máster en Población y Desarrollo en el CIDES-UMSA.